Concurso Leamos la Ciencia para Todos 2018: Gana $10,000 y libros del FCE

Lee uno de los libros de la colección, escribe tu resumen o ensayo y gana $10,000 y libros del FCE

Fondo de Cultura Económica te invita a participar a su concurso Leamos la Ciencia para Todos 2018 en el que podrás ganar $10,000 y libros del FCE, si quieres ser ganador realiza la mecánica siguiente;

Podrán participar jóvenes de entre 12 y 25 años y profesores en activo de cualquier nivel, lee uno de los 250 libros de la colección La Ciencia para Todos del Fondo de Cultura Económica.

Si participas en la categoría de 12 a 15 años deberás escribir un resumen de 2 a 4 cuartillas que incluya un breve párrafo final en el que precises qué te aportó el libro.

Si participas en la categoría de 16 a 18 años deberás escribir una reseña de 4 a 7 cuartillas que describa el contenido de la obra, destaque las ideas principales y opine sobre ellas

Si participas en la categoría de 19 a 25 años deberás escribir un ensayo de 5 a 10 cuartillas sobre alguno de los temas presentados en la obra, incluye una bibliografía que comprenda todos los libros, artículos o páginas web efectivamente consultados para la redacción del ensayo

Si participas en la categoría de profesores en activo de cualquier nivel deberás escribir un ensayo didáctico de 20 a 40 cuartillas en el que deberás realizar una valoración crítica del contenido de la obra y descrbir la experiencia de tu lectura en el aula como recurso didáctico, además deberás incluir una bibliografía que comprenda todos los libros, artículos o páginas web efectivamente consultados para la redacción del ensayo

Ingresa al portal del concurso en http://www.lacienciaparatodos.mx/concurso e iscribe tu trabajo, todos los trabajos beberán incluir en la parte superior:

Datos generales del participante:

Categoría en la que participa

Nombre completo

Fecha de nacimiento

Teléfono

Correo electrónico

Nombre de la escuela

Dirección de la escuela

Ficha bibliográfica de la obra:

Autor

Título del libro

Editorial

Lugar

Año

Número de páginas

Todos los trabajos deberán presentarse en formato Word o PDF en español, en tamaño carta, utilizando mayúsculas y minúsculas, con tipo de letra Times New Roman de 12 puntos, párrafo a doble espacio. Un jurado será el encargado de elegir los trabajos ganadores

Premios

Fondo de Cultura Económica regalará a los participantes ganadores:

Primer Lugar:

Bono de $10 000.00

Vale por $1 000.00 para adquirir libros en la red de librerías del Fondo de Cultura Económica

Diploma

Segundo Lugar:

Bono de $ 8 000.00

Vale por $1 000.00 para adquirir libros en la red de librerías del Fondo de Cultura Económica

Diploma

Tercer Lugar:

Bono de $6 000.00

Vale por $1 000.00 para adquirir libros en la red de librerías del Fondo de Cultura Económica

Diploma

Menciones:

Vale por $1 000.00 para adquirir libros en la red de librerías del Fondo de Cultura Económica

Diploma

Vigencia

Tienes del 1 de Marzo y hasta el 25 de Junio del 2018 para encimar tu trabajo

Resultados

Los resultados de los participantes ganadores se darán a conocer el 1 de Octubre del 2018 en redes sociales, diarios de circulación nacional, página electrónica del FCE y en www.lacienciaparatodos.mx

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1 Comentario
  1. Naydelin Albiter dice

    ESTE libro trata de la medicina científica moderna. Examina, desde México, lo que sucedió en el ambiente científico-médico de los países más adelantados, particularmente Francia, en la época en la que se consolida la medicina como una ciencia o como la aplicación de una serie de ciencias. Aunque venía gestándose desde antes, tal movimiento tuvo lugar a lo largo del siglo XIX.

    El libro también se ocupa de las repercusiones internas o mexicanas de ese movimiento y de algunas aportaciones que hicieron a éste un puñado de médicos mexicanos.

    Una anécdota y la transcripción de dos textos me sirven para situarme en lo general e internacional. Por lo que toca a lo mexicano, me valgo de la institución de enseñanza médica que en 1833 se fundara con el nombre de Establecimiento de Ciencias Médicas.

    Los protagonistas de la anécdota son, nada menos, Napoleón y el astrónomo Pierre-Simon Laplace (1738-1822), autor de la Mécanique Céleste [Mecánica celeste]. Se cuenta que en cierta ocasión el sabio Laplace le propuso a Napoleón que la Academia de Ciencias de París admitiese en su seno a los médicos. Como algunos savants protestasen ante tal idea, puesto que los doctores en medicina no eran considerados como científicos, ágilmente contesto Laplace: C’est a fin qu’ils se trouvent avec des savants.

    O sea que don Pedro Simón pedía que los médicos fueran admitidos en la Academia de Ciencias de París para ver si al codearse con verdaderos hombres de ciencia o savants algo se les pegaba.

    La transcripción a la que aludí es de dos textos del cirujano francés Marie-François-Xavier Bichat, quien nació en 1771 y murió en 1802. Para que vayamos conociendo a este hombre excepcional, que en un solo invierno hizo más de 600 autopsias, recordemos lo que dijo de él Nicolás Corvisart, gran clínico de la época, en un mensaje que le envió a Napoleón notificándole la prematura muerte de este médico: “Nadie, en tan poco tiempo, ha hecho tantas cosas, y tan bien.”

    El primer aserto de Bichat que queremos traer a colación data de 1796, y dice: “La anatomía no es tal como se nos enseña; la fisiología es una ciencia por hacer.”

    El otro texto es de 1801 y dice así:

    La medicina ha sido rechazada del seno de las ciencias. Tendrá derecho a asociarse a ellas, por lo menos en lo tocante al diagnóstico de las enfermedades, cuando a la rigurosa observación del enfermo se agregue el examen de las alteraciones que presentan sus órganos. ¿Qué es, en efecto, la observación clínica si se ignora dónde se asienta el mal?

    La consigna estaba dada. Para que la medicina se volviese científica era necesario que la clínica, la observación rigurosa del paciente, se volviese racional y que a ella se agregase el examen —anatomopatológico le llamarían después— de las “alteraciones de los órganos”. Mas para esto era necesario que la anatomía se enseñase tal como es y que naciera la fisiología.

    Bichat nació el 11 de noviembre de 1771 en Thoirette, Francia. Empezó en Lyon sus estudios de anatomía y medicina operatoria con Marc-Antoine Petit, a quien recordamos porque lleva su nombre un espacio del ojo que se encuentra entre el vítreo y el cuerpo ciliar. En 1793, Bichat llega a París para estudiar con el profesor Desault. Cuatro años después ya lo encontramos como profesor de anatomía. Hace autopsias, experimenta en animales y asiste a su servicio del Hotel-Dieu.

    Es por esta época —expira el siglo XVIII— cuando se vive una verdadera revolución en la medicina. En primer lugar, Phillipe Pinel, autor de una Nosographie philosophique [Nosografia filosófica] que hizo época, decía que una enfermedad no es sino una alteración de los tejidos o de los órganos y que es necesario estudiar tales órganos y tejidos empezando por su estructura y continuando con su función; ésta es la única manera de llegar al conocimiento cierto de sus alteraciones. Agregaba Pinel que el “análisis” científico en medicina consiste en enlazar o referir los síntomas, los signos exteriores de las enfermedades, al sufrimiento y alteración morbosa de ciertos órganos. Comprende dicho “análisis” la perfecta localización de la lesión y su clasificación según las analogías y diferencias de los tejidos afectados.

    Esta idea terminaba con los sistemas “incoherentes” de los yatroquímicos, de los humoristas, etcétera, y fundaba, decían los críticos, una verdadera “ciencia física”, es decir, la ciencia del médico o “físico”.

    Bichat tomó muy en serio estas ideas que Pinel expresara en su Nosografía filosófica, cuya primera edición data de 1798. Dos años más tarde, y después de llevar a cabo múltiples observaciones y experimentos, Bichat entregó a las prensas su Traité des Membranes [Tratado de las membranas], que refundiría en su Anatomie Générale [Anatomía general] publicada un año más tarde.

    ¿Qué pasó entre Pinel y Bichat? ¿Qué apareció en la segunda edición de la Nosografía como consecuencia de las publicaciones de Bichat? Oigamos al propio hijo de Pinel, también médico, cómo veinte años después relata lo sucedido:

    Fue un espectáculo digno de la mirada de la historia la noble emulación, la rivalidad franca y generosa, que en esta época de entusiasmo y de creación contribuía al progreso de la ciencia.
    Si Bichat debe al profesor Pinel la idea central de sus trabajos, éste, a su vez, extrajo nuevas luces de las investigaciones del joven anatomista y rectificó, en la nueva edición de su Nosographie, la clasificación de las enfermedades de los sistemas fibroso, sinovial y celular.

    Pinel hijo continúa. Escribe algo que me he permitido subrayar pues constituye uno de los pilares de la medicina científica de nuestro tiempo:

    Esta alianza de la nosografía con la anatomía y la fisiología, este intercambio de instrucción es uno de los rasgos característicos de esta época.

    Pero, según Bichat, la anatomía no era, en su realidad más genuina, como los anatomistas la enseñaban. Por otra parte, la fisiología aún no había nacido.

    Bichat dedicó su vida a enseñar una verdadera anatomía y a dar nacimiento a la fisiología. Veamos más de cerca tan portentosa hazaña.

    LA ANATOMÍA GENERAL

    En 1801 apareció la primera edición de esta obra. Bichat sabe dónde está parado y sin falsa modestia la califica de novedosa por tres razones: 1) por el plan; 2) por los hechos de que se trata; 3) por la doctrina que da consistencia a los hechos.

    El plan que da forma al libro consiste en exponer de manera clara todas las características, conocidas gracias a observaciones y experimentos, de los sistemas o tejidos simples, y de cómo éstos se combinan para formar todos los órganos del cuerpo humano.

    En cuanto a los hechos de los que trata el libro, éstos son los resultados de las observaciones e investigaciones de Bichat y se refieren a la identificación y caracterización de los veintiún tejidos que existen en el cuerpo humano.

    La doctrina es asimismo novedosa, pero también demoledora. Echa por tierra al arqueo de Paracelso, al ánima de Stahl, etcétera, y finca todas sus observaciones en las dos propiedades de los órganos vivos: la sensibilidad y la contractilidad.

    De todo lo racionalmente observado; de todo lo que atañe al hombre como organismo biológico, estas propiedades serán las causas o el origen, y los fenómenos los afectos. Tal será la primera relación causa-efecto con la que se desarrollará la medicina científica.

    En el plan de la obra y en los hechos de que está nutrida, cumple Bichat aquello de que a la anatomía hay que enseñarla tal cual es. Dicho de otro modo, la anatomía propiamente dicha no es otra cosa que la anatomía general que, según concepción de Bichat, es, en primer lugar, el estudio de los tejidos simples y, en segundo, el de las combinaciones de éstos que dan lugar a la estructura, forma y volumen de los órganos.

    Para Bichat son veintiún los tejidos simples. Ellos son los siguientes: celular, nervioso de la vida animal, nervioso de la vida orgánica, arterial, venoso, “el de los exhalantes”, “el de los absorbentes y de sus glándulas”, el óseo, el medular, el cartilaginoso, el fibroso, el fibro-cartilaginoso, el muscular de la vida animal, el muscular de la vida orgánica, los tejidos mucoso, seroso, sinovial, glanduloso, dermoide, epidermoide y piloso.

    ¿Cómo llegó Bichat a la caracterización de cada uno de estos “tejidos”? Sometiéndolos a la desecación, a la putrefacción, a la maceración, a la cocción, a la acción de los ácidos y de los álcalis, etcétera.

    Por medio de dichos experimentos, Bichat no intentaba conocer la composición química de los tejidos sino, como él mismo lo dice en el Prefacio de su Anatomía general,

    establecer los caracteres distintivos de cada uno de estos tejidos, demostrar que cada uno tiene su particular organización como tiene su vida propia; probar por los resultados de dichos experimentos que la clasificación adoptada no descansa en abstracciones sino en diferencias en la estructura íntima. Los diversos reactivos que yo he empleado no han sido para mí sino recursos para suplir la insuficiencia del escalpelo.

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